martes, 15 de julio de 2008

¿Disgrafia Hemofílica?

Hay muchas cosas que he aprendido sobre la disgrafia, no porque aparecieran en algún libro, sino porque me llegaron como problemas concretos de personas que me consultaron. Quizás si uno de los casos más insólitos fue el de "Felipe".

Hace ya una década y media, llegó Felipe (tenía 10 años) a mi consulta llevado por su madre. Ella me dijo que necesitaba que yo le hiciera un tratamiento por disgrafia a Felipe, y que le diera un certificado donde constara que este tratamiento ya estaba en curso; el problema era que Felipe había sido diagnosticado como disgráfico en su colegio hacía ya bastante tiempo, y el colegio exigía el tratamiento. De lo contrario el colegio expulsaría a Felipe.

Sorprendido por este diagnóstico ya hecho de disgrafia, empecé a hacer a Felipe mis rutinas diagnósticas para asegurarme de que en verdad él padeciera una disgrafia. Curiosamente, Felipe sorteaba con éxito cada nueva prueba que yo le planteaba. Empecé a hacer comentarios en el sentido de decir que no parecía haber disgrafia porque el chico escribía bastante bien; la madre desdeñaba estos comentarios míos y me decía: "Es que Felipe es Hemofílico". Después que ella repitió esto en tres o cuatro ocasiones, yo ya no pude evadir el tema y le dije que, hasta donde llegaban mis conocimientos, la hemofilia era un problema de hemorragias, hematomas y mala coagulación y cicatrización, .... que no tenía relación con la disgrafia.

Y entonces ocurrió que esa madre me dió una lección sobre la "disgrafia hemofílica". Me dijo. "Felipe es hemofílico y es un niño de diez años como cualquier otro, o sea, juega con brusquedad con otros niños y con bastante frecuencia se golpea sus manos; los golpes en las manos le causan hematomas enormes; las manos se le hinchan hasta quedar desfiguradas y prácticamente inmóviles. Cuando queda así, Felipe no puede escribir nada; no logra tomar un lápiz y retenerlo en su mano. Se demora más o menos seis semanas en que se le reabsorban los hematomas, pero no es raro que en esas seis semanas se haya vuelto a golpear, de modo que sus manos hinchadas y adoloridas por los hematomas, no pueden escribir durante largos períodos del año escolar. Es por esto que en el colegio le diagnosticaron disgrafia, pero en realidad, él es hemofílico; el problema es que el colegio me exige el tratamiento contra la disgrafia, o me van a echar al niño del colegio".

Para mí, lo anterior fue una sorpresa. Aunque todo sonaba lógico y simple, yo jamás había oído nada sobre esta clase de disgrafias hasta ese día. Uno puede discutir el criterio de diagnóstico de este particular colegio, pero lo concreto es que, si el alumno no puede escribir durante largos periodos del año, entonces no parece tan raro que lo califiquen de disgráfico.

Le confesé a esa madre mi total ignorancia en la materia que me estaba planteando, y le pedí tiempo para estudiar el asunto en la bibliografía y averiguar qué clase de terapias se usaban en ese caso. Pasaron dos meses y no encontré absolutamente nada. Sin querer dilatar eternamente una respuesta, fui a casa de Felipe, con escofinas, limas, maderas y taladro, y le fabriqué dos toscas PROTESIS que en mi intención, podrían ser manejadas por Felipe aún cuando su mano estuviera en condiciones bastante malas.

Felipe "superó su disgrafia"; yo le dí pequeñas indicaciones sobre cómo escribir, qué tipos de letras le convenían y cuál era la prótesis adecuada dependiendo del volumen de daño que tuviera en cada momento. Obviamente, nunca tuvo una disgrafia propiamente tal. Las prótesis le ayudaron a salir del paso en sus peores momentos, y eso fue todo.

Hace ya tiempo que perdí contacto con Felipe y su madre. Pero no olvido esta lección que recibí de ellos sobre la "disgrafia hemofílica".

Contáctenme en andresgacitua@yahoo.com

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